
Camino y Droga.
Este texto ha venido a mi mente a raíz del reciente fallo de la corte suprema, despenalizando la tenencia de drogas.
Entre las tantas cosas que me han preocupado está el hecho que muchos “comunicadores”, políticos y “pseudos-filósofos” lo han recibido casi con euforia.
No podían esconder su beneplácito por la decisión de la corte.
No es mi caso y paso a detallarme.
A veces en la sociedad quiérase o no los derechos individuales sufren determinadas coacciones o imposiciones. Por ejemplo Sarmiento impuso la enseñanza obligatoria de la escritura-lectura con su ley 1420. Otras veces el Estado ha obligado a los padres a vacunar a los hijos contra el virus de la polio y así hay muchos ejemplos.
¿Por qué ocurre esto? Se supone que hay “herramientas” que son una condición necesaria para enfrentar una vida digna y con posibilidades de progresar.
Es casi imposible hacerse de un futuro sin saber leer y escribir o padecer una enfermedad que limite nuestra movilidad. Por eso algunos legisladores han impulsado leyes que ayudan a un ciudadano a construir mejor su futuro.
Pero ¿qué ayuda brinda el iniciarse en las drogas? Las drogas son un veneno para una característica fundamental del cerebro: el pensar claramente, con autodeterminación, sin condicionamientos.
Se podrá decir que es una decisión personal.
De acuerdo.
Pero usted y yo sabemos que de esa manera no estamos ayudando a la persona a que ofrezca lo mejor de si mismo.
Usted podrá decir: “Bueno que el Estado de tratamientos para salir de la dependencia”.
¿El Estado?
¿El mismo Estado que mantiene a millones de personas en chozas llenas de vinchucas? ¿El Estado que no ofrece nutrientes a poblaciones de Tucumán o Mendoza condenando a los niños a no desarrollar sus redes neuronales? ¿El Estado que gasta 600 millones en fútbol y no ayuda al que siembra un campo?¿Un Estado que en plena época de tecnologías no brinda agua potable o cloacas?
No seamos hipócritas. De ser necesario uno sólo podrá contar con la familia que le queda, si no fue abandonado por el hecho de drogarse y la buena voluntad de los médicos del hospital público.
Ninguno de los juristas, comunicadores y “pseudos-filósofos” que festejan la circulación de la droga estará presente frente al dolor de una vida de opciones incorrectas.
Vamos a necesitar muchas madres Teresa para que limpien las heridas de todos lo que caminarán por las drogas y además den aliento a las personas que van a ser robadas para satisfacer un consumo individual.
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