Levaduras, científicos y otras yerbas

Historias que involucren levaduras, aventuras del pensamiento y unos mates.

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Docente e investigador

Wednesday, December 27, 2023

 

 

El General y su filosofía.


Argentina tiene un nuevo presidente. Me gustaría, a modo de conjetura, hacer un esbozo del tiempo que vendrá y del tiempo que se fue. Para iniciar, quiero recordar una frase de William James que aparece en su libro Pragmatismo: “Más importante que conocer el número de soldados del ejército enemigo, es conocer la filosofía de su general.”

 

Miremos dentro de los presidentes, la filosofía de alguno de ellos.

Empecemos por el caso de Alfonsín.

 

Alfonsín, bien camuflado, tuvo un pensamiento socialista. Esa era su filosofía. Sus primeras medidas implicaron controles de precios y del dólar. Incorporó al país a la internacional socialista. En la coordinadora radical aparecieron los primeros pasos de la futura concepción del mundo de La Cámpora. El resultado fue que tuvo que adelantar su salida del gobierno en medio de una hiperinflación galopante.

 

En los casos de Frondizi/Menem, su filosofía pareció ser “actúo porque no me queda otra”. Frondizi mismo reconoció que, si hubiera tenido el dinero, YPF no habría hecho los contratos petroleros luego anulados por la UCR. A pesar del éxito de esos contratos, Frondizi nunca dejó de ser Desarrollista. Menem se dio cuenta de que no había fondos y recurrió al verdadero artífice intelectual de sus cambios: el Ingeniero Álvaro Carlos Alsogaray, un liberal de pura cepa. A pesar de algunos logros del gobierno de Menem, este decidió volver a la filosofía de gastar, gastar y que pague Dios.

 

Duhalde tenía otra filosofía: Corporativista. La idea era sentarse en una mesa con las corporaciones, campo, industria, Iglesia, sindicatos y arreglar la situación dándole una cuota a cada uno.

 

Macri tuvo una filosofía que no 'veía la diferencia entre causa y efecto'. Valoraba los efectos del progreso y prosperidad, pero nunca atinó a ver las causas. El mercado olfateó esa inconsistencia y nunca llegaron los brotes verdes.

 Finalmente llegó el Kirchnerismo, y la Justicia, mejor que quien esto escribe, puede dar cuenta de su filosofía.

 

El caso de Milei es una anomalía o una mutación en la política argentina. Es el primer presidente que declara a viva voz su filosofía liberal y pro mercado. No ha habido un político igual de panfletario sobre su visión liberal del mundo. Se equivocan quienes plantean en Milei un problema psicológico. Ese planteo oscurece el verdadero núcleo de la filosofía del gobernante. La supuesta enfermedad o salud mental de Einstein no explica el éxito de 'La teoría de la relatividad'.

Los traumas de Napoleón no explican su victoria en toda Europa.

 

Decir que un político al que se cuestiona su pensamiento triunfó por ser enfermo es utilizar una explicación limitada de la situación. Equivaldría a decir “no perdí porque mis ideas no sirven sino porque el otro es loco”. Una forma prolija de justificar un pensamiento que ha fracasado.

 

Un caso típico fue el de los rusos. Nunca aceptaron la derrota de Boris Spassky por parte de Bobby Fischer. No reconocieron el talento de Bobby Fischer y para ellos, Bobby Fischer simplemente estaba loco.

 

La causa del triunfo en Milei, al decir de Ortega, sería una combinación exitosa entre el Yo y las circunstancias. Las circunstancias fueron un modelo colectivista que agotó al país y a las personas. Un colectivismo impulsado por el peronismo y, de buena fe, por los radicales. En palabras del ingeniero Alsogaray, fracasó el “sistema estatista, intervencionista y dirigista” imperante en Argentina durante los últimos 80 años.

 

Para que Argentina sobreviva, necesita el sistema que le permitió sobrevivir al mundo: el Capitalismo. Sin ningún eufemismo.

 

Pero esa mejora que viene de la mano del Capitalismo no es solo económica. Hay una cultura que debe ser desterrada. La cultura de que nadie, por más excelsa que sea su destreza, ya sea bailarín, científico o filósofo, debe vivir del impuesto que paga el hombre que no pudo terminar la primaria o el emprendedor exitoso. Muchos miembros del estado colectivista deben abandonar el sentimiento de ser o merecer ser mantenidos como abejas reinas. Debe sembrarse la idea de que en la vida todo tiene un costo, ya sea este material o en emociones. Argentina tiene salida si, entre otras cosas, baja un gasto público inmoral y comprendemos que servir al mercado es servir a nuestros semejantes.

 

Es decir, que por primera vez tenemos un general cuyo pensamiento abreviará en un software liberal/pro mercado y no en el fracasado pensamiento colectivista.

 

De aplicar este pensamiento, solo cabe una mejora en la situación Argentina.

 

Roguemos que el general mantenga esa filosofía.

 


 

 

 

 


 

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