Martha Mattoon (1927-2008)

Hoy al abrir mi correo electrónico encontré un mensaje en el que me informaban que había fallecido la esposa del que fue mi director de Beca Externa (Conicet) en la Universidad de Colorado en Colorado Springs.

Martha Mattoon se fue y pidió que en su despedida sirvieran helado y que sus cenizas fueran esparcidas en su cabaña del Rocky Mountain National Park.

Cuando Martha se enteró que me habían otorgado la Beca, su principal preocupación fue que yo estuviera bien. Que no me sintiera solo. Que no extrañara. Ella sabía que yo viajaba sin pareja o esposa y trató de que me encontrara a gusto. Cuando estamos en otro país, a veces, los recuerdos de nuestras cosas se vuelven un ácido que nos lastima el corazón.

De entrada me llevó a elegir un departamento para alquilar y antes que nada un televisor para que me entretuviera en las horas en que no estaba en el laboratorio. Para mis cumpleaños nunca me faltó una torta con el “Happy Birthday” ni un huevo de Pascua.
Pero Martha no sólo se ocupaba de la gente del laboratorio de su esposo el Dr. James R. Mattoon. Hacía mucho trabajo comunitario en escuelas e Iglesias. También participaba en las elecciones del distrito porque ella decía que si tenemos derechos debemos ejercerlos.

El día que llegué a la ciudad, Martha Mattoon había comprado un tarro enorme de helado y nos pusimos a ver una serie de PBS de Hercules Poirot. Mi Inglés no era tan bueno al principio así que no pude entender mucho la serie; pero el helado era riquísimo.

A veces en las redes que conforman las comunidades académicas o de investigación no consideramos a personas que son tan útiles como los edificios, las bibliotecas o las instalaciones.
Quienes hayan estado en el laboratorio del Dr James R. Mattoon siempre encontraron allí una mano extendida, antes de su llegada.

Thank you Martha!