El
General y su filosofía.
Argentina tiene un nuevo presidente. Me gustaría, a
modo de conjetura, hacer un esbozo del tiempo que vendrá y del tiempo que se
fue. Para iniciar, quiero recordar una frase de William James que aparece en su
libro Pragmatismo: “Más importante que conocer el número de soldados del
ejército enemigo, es conocer la filosofía de su general.”
Miremos dentro de los presidentes, la filosofía de
alguno de ellos.
Empecemos por el caso de Alfonsín.
Alfonsín, bien camuflado, tuvo un pensamiento
socialista. Esa era su filosofía. Sus primeras medidas implicaron controles de
precios y del dólar. Incorporó al país a la internacional socialista. En la
coordinadora radical aparecieron los primeros pasos de la futura concepción del
mundo de La Cámpora. El resultado fue que tuvo que adelantar su salida del
gobierno en medio de una hiperinflación galopante.
En los casos de Frondizi/Menem, su filosofía
pareció ser “actúo porque no me queda otra”. Frondizi mismo reconoció que, si
hubiera tenido el dinero, YPF no habría hecho los contratos petroleros luego
anulados por la UCR. A pesar del éxito de esos contratos, Frondizi nunca dejó
de ser Desarrollista. Menem se dio cuenta de que no había fondos y recurrió al
verdadero artífice intelectual de sus cambios: el Ingeniero Álvaro Carlos
Alsogaray, un liberal de pura cepa. A pesar de algunos logros del gobierno de
Menem, este decidió volver a la filosofía de gastar, gastar y que pague Dios.
Duhalde tenía otra filosofía: Corporativista. La
idea era sentarse en una mesa con las corporaciones, campo, industria, Iglesia,
sindicatos y arreglar la situación dándole una cuota a cada uno.
Macri tuvo una filosofía que no 'veía la diferencia
entre causa y efecto'. Valoraba los efectos del progreso y prosperidad, pero
nunca atinó a ver las causas. El mercado olfateó esa inconsistencia y nunca
llegaron los brotes verdes.
Finalmente llegó el Kirchnerismo, y la Justicia,
mejor que quien esto escribe, puede dar cuenta de su filosofía.
El caso de Milei es una anomalía o una mutación en
la política argentina. Es el primer presidente que declara a viva voz su
filosofía liberal y pro mercado. No ha habido un político igual de panfletario
sobre su visión liberal del mundo. Se equivocan quienes plantean en Milei un
problema psicológico. Ese planteo oscurece el verdadero núcleo de la filosofía
del gobernante. La supuesta enfermedad o salud mental de Einstein no explica el
éxito de 'La teoría de la relatividad'.
Los traumas de Napoleón no explican su victoria en
toda Europa.
Decir que un político al que se cuestiona su
pensamiento triunfó por ser enfermo es utilizar una explicación limitada de la
situación. Equivaldría a decir “no perdí porque mis ideas no sirven sino porque
el otro es loco”. Una forma prolija de justificar un pensamiento que ha
fracasado.
Un caso típico fue el de los rusos. Nunca aceptaron
la derrota de Boris Spassky por parte de Bobby Fischer. No reconocieron el
talento de Bobby Fischer y para ellos, Bobby Fischer simplemente estaba loco.
La causa del triunfo en Milei, al decir de Ortega,
sería una combinación exitosa entre el Yo y las circunstancias. Las
circunstancias fueron un modelo colectivista que agotó al país y a las personas.
Un colectivismo impulsado por el peronismo y, de buena fe, por los radicales.
En palabras del ingeniero Alsogaray, fracasó el “sistema estatista,
intervencionista y dirigista” imperante en Argentina durante los últimos 80
años.
Para que Argentina sobreviva, necesita el sistema
que le permitió sobrevivir al mundo: el Capitalismo. Sin ningún eufemismo.
Pero esa mejora que viene de la mano del Capitalismo
no es solo económica. Hay una cultura que debe ser desterrada. La cultura de
que nadie, por más excelsa que sea su destreza, ya sea bailarín, científico o
filósofo, debe vivir del impuesto que paga el hombre que no pudo terminar la
primaria o el emprendedor exitoso. Muchos miembros del estado colectivista
deben abandonar el sentimiento de ser o merecer ser mantenidos como abejas
reinas. Debe sembrarse la idea de que en la vida todo tiene un costo, ya sea
este material o en emociones. Argentina tiene salida si, entre otras cosas,
baja un gasto público inmoral y comprendemos que servir al mercado es servir a
nuestros semejantes.
Es decir, que por primera vez tenemos un general cuyo
pensamiento abreviará en un software liberal/pro mercado y no en el fracasado
pensamiento colectivista.
De aplicar este pensamiento, solo cabe una mejora
en la situación Argentina.
Roguemos que el general mantenga esa filosofía.